5.1.13

RESPONDIENDO A UNA POSTAL DE ANDRÉS FIDALGO EN JUJUY - 18-XII-1990




Por Rodolfo Alonso




Mi buen amigo Fidalgo,
aunque no me hallo poeta,
permitime que me meta
y me aparezca con algo.

Tu saludo, aunque discreto,
no oculta su picardía.
Bienvenida la alegría,
con el resto no arremeto.

Hay poetas y poetas,
a montones bien sabés.
La cuestión es ser buen juez,
y no venirse con tretas.

Por un lado están los fuegos
que nacen del corazón:
fraternidades, amores,
la belleza y otros juegos.

Yo creo sinceramente
que hay poesía no escrita.
Hay vidas que nada quita,
hay gestos que nunca mienten.

No se necesita leer
para entregarse a la lluvia,
a los cielos, a una rubia
o a lo que debamos ser.

Pero también hay un mundo
donde impera, por ventura,
la sorda literatura
con voz de bajo profundo.

El dominio de lo escrito,
la gloria de los renglones
donde nunca papelones
hará quien respete el rito.

Entonces, yo me despido,
con un mensaje de amor:
a los poetas, rigor;
a los poetastros, olvido.

Y aunque Discépolo rabie
y nuestro Homero ande triste,
no le vendamos alpiste
al que prohibimos que escabie.

Con cariño y bien polenta
te lo bate un mal porteño,
que te abraza como en sueño
despidiendo a los noventa.

Que venga el noventa y uno
a seguir parando la olla.
Si la bronca nos arrolla,
ya no nos para ninguno.

Desde San Telmo a Jujuy
no es tan larga la distancia.
El vino que no se escancia
siempre se hace muy muy muy.

Yo los tengo bien cerquita
y nunca me siento lejos,
los cielos son mis reflejos,
la Quebrada me desquita.

No se sientan allí solos,
solos están los que estamos
acorralados de humanos
pero en el fondo resolos.

La multitud no es pareja,
el ruido no es compañía;
venga el silencio, diría,
la soledad y no hay queja.

En esta puta ciudad
las penas de furia arden.
Ojalá sea que me extrañen
donde no hay tanta maldad.

Se me ha hecho largo el rollo
y me alejé de la senda:
pero es mejor ver sin venda
y apoyarse en un apoyo.

De los poetas, hermano,
mejor a veces ni hablar.
Muchos meta figurar
y de palabras, ni mano.

En las altas soledades
de los cerros y la altura,
respiro con más anchura
aunque no me edite nadie.

Porque más vale una mano
tendida con lealtad
que tanto escriba falaz.
¿No te parece, che, hermano?

Viviendo a los cuatro vientos
el viento te lleva todo.
Pero queda, de algún modo,
lo que el viento dejó adentro.

18-XII-1990

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