19.2.14
Correspondencia de René Char con Raúl Gustavo Aguirrre
GALLIMARD EDITA EN PARÍS LA CORRESPONDENCIA DE RENÉ CHAR CON RAÚL GUSTAVO AGUIRRE
Éditions Gallimard tiene en prensa la correspondencia, hasta hoy secreta, que René Char (1907-1988) y el argentino Raúl Gustavo Aguirre (1927-1983) mantuvieron durante 30 años. El volumen, prologado por Rodolfo Alonso, se presentará en el Salón del Libro de París, del 21 al 24 de marzo de 2014, dedicado a la Argentina.
Aguirre, fundador y director de la revista argentina de vanguardia Poesía Buenos Aires (1950-1960), dedicó todo un número a René Char, primera versión del gran poeta francés al castellano. Alonso, el más joven de dicha revista, recuperó ahora los originales extraviados de las cartas de Char.
Las cartas de René Char
Sábado, 23 de
noviembre de 2013
OPINION
Las cartas de René Char
Por Rodolfo Alonso *
“¡Gallimard aceptó editarlo!”, me anunció
Marie-Claude Char alborozada. Y yo, tan exaltado como ella, sentí que me había
tocado participar en una cadena de prodigios. No era para menos. La célebre
editorial publica en París toda la correspondencia, hasta hoy desconocida, que
el gran poeta francés René Char (1907-1988) mantuvo durante treinta años, a
partir de 1952, con el argentino Raúl Gustavo Aguirre (1927-1983), fundador y
director de la legendaria revista de vanguardia Poesía Buenos Aires, que entre
1950 y 1960 lanzó 30 números y 33 números especiales, y de la que me tocó ser
el más joven.
A comienzos de octubre, Marie-Claude vino a
rememorar en Buenos Aires ese Nº 11-12, seleccionado y traducido por Aguirre,
cuyas 32 páginas dedicadas a Char constituyen la primera versión al castellano
de su obra. Marie-Claude tenía todas las cartas de Raúl. Me preguntó por las de
Char y comencé la búsqueda. Fue arduo, parecía imposible conseguirlas. Pero no
cejé, y finalmente se produjo. Como por milagro, primero de una en una y luego
en grupos, aparecieron copias digitales. A medida que se encontraban, las iba
enviando a Marie-Claude. Y pronto ella estuvo tan conmovida como yo. Gracias a
su fidelidad y devoción, Gallimard ya está concretando la primera edición de
esa correspondencia invalorable, para la cual me pidió un prólogo, y que
presentará en el Salón del Libro de París, en marzo de 2014, dedicado a la
Argentina.
En 1968, también Raúl publica el primer
libro individual dedicado al poeta francés en castellano. Pero aquel Nº 11-12
de Poesía Buenos Aires continúa siendo uno de los panoramas más completos y
eficaces para acercarse, en nuestra lengua, a René Char. Por debajo, evidente y
secreta, alentaba una honda adhesión: la de Aguirre, y también la mía y de
otros. La intensidad y el rigor, la lucidez y el coraje, la conciencia ejemplar
de la poesía encarnada y, por consiguiente, de la resplandeciente condición
humana que la obra y la vida de Char invisten, relumbraban en las sombras y
contra las sombras. Los íntimos sabíamos cuánto unía Aguirre a Char. Pero nada
de su intensa correspondencia. Ya en su primera carta, el 6 de octubre de 1952
(nos) deja una línea imborrable: “He terminado por no creer sino en usted.”
Char responde y se inicia un prolongado intercambio de cartas y libros, que
perdurará hasta la muerte de Aguirre. Y que una y otra vez nos prueba el
temple, la índole de Char, sí, pero también de ambos.
Una característica fundamental de Poesía
Buenos Aires fue la absoluta carencia de astucia o complacencia, la nula
participación en la mal llamada “vida” literaria. Si esas convicciones no
hubieran sido íntegras, ¿cómo explicar que, a diferencia de tantos, Aguirre ni
pensó en obtener el más mínimo “provecho” exhibiendo semejante contacto? ¿Cómo
no admirar que lo mantuvo celosamente oculto incluso para nosotros, sus más
próximos?
En su carta del 1º de julio de 1953, con
sublime delicadeza, dice a Char: “Seguro de su amistad, no necesito tener
respuesta suya a todas mis cartas”. Y en otra del 1º de noviembre de 1954,
agradece a Char la lectura de sus poemas, cosa que tampoco reveló. Es la misma
humildad digna donde René Char se sentía naturalmente en sus dominios. Como
cuando en el introito a uno de sus libros más tocantes: Hojas de Hipnos
(anotado mientras comandaba el maquis de Cereste, y que sólo Camus logró
convencerle de editar), deja caer casi de paso estas palabras ejemplares: “Un
fuego de hierbas secas también pudo haber sido su editor”.
Esta correspondencia que recién hoy deja de
ser privada, sin duda los honra a ambos. Al gran poeta porque lo confirma en su
altura despojada, en su esencial fraternidad. Al joven, porque lo desnuda en su
fervor y discreción. Y un poco a todos, si somos dignos de advertirlo. Y a la
joven revista austral, tan libre y rebelde como ellos, que los albergó. Y a la
misma poesía, que los unió y nos une.
Ya bien lo dejó dicho René Char: “¿Quién
llama aún para un derroche sin freno? El tesoro entreabierto de las nubes que
acompañaron nuestra vida”.
* Poeta, traductor y ensayista argentino.
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Gallimard edita la correspondencia, hasta hoy secreta, que René Char y Raúl Gustavo Aguirre mantuvieron durante 30 años. El volumen, prologado por Rodolfo Alonso, se presentará en el Salón del Libro de París 2014, dedicado a la Argentina.Aguirre, fundador y director de la revista Poesía Buenos Aires, dedicó todo un número a René Char, primera versión del gran poeta francés al castellano. Alonso, el más joven de dicha revista, recuperó ahora los originales extraviados de las cartas de Char.
POEMAS DE RODOLFO ALONSO EN EL BLOG "UNIÓN LIBRE"
Entrega 167 del blog "Unión Libre" de Caracas
del poeta venezolano Enrique Hernández-D´Jesús, director de dicho
blog, editor y fotógrafo.
Poemas escogidos de Rodolfo
Alonso
BUENOS
VIENTOS
El
amor nuestro fue una belleza incandescente, paseada con dignidad entre
sobresaltos y disculpas.
Lo
nuestro creció de golpe, auspiciado por la buena voluntad de algunos vientos
que no supieron sino alterar nuestros caminos, unificar nuestras distancias,
darnos una mano.
Fueron
los únicos culpables de esta feroz batalla por la aventura, recientemente
concluida.
FANDANGO
Necesito
tu mirada. Y también la cadencia leve de tus pasos alejándose en el tiempo.
Necesito
que me detengas, que hagas de mí uno de tus brazos o de tus piernas, uno
cualquiera de tus órganos.
N.
Si
yo te hubiera dicho: el corazón es una fruta enorme. Si te hubiera cantado con
estas palabras de descontento y de traición, si hubiera abierto una sola de mis
llagas, podrías hoy dormir al lado mío.
Pero
el cansancio espera y esto es mucho. La vida no da más de lo que se le pide.
Las distancias se agrandan o se rompen.
La
tierra tiene un ritmo.
LA
VOZ TOMADA
Cuando
se quiebre la lengua del amor, nos quedará todavía esta palabra ronca.
Cuando
no pueda decir, volverá todavía a mi garganta el eco de tu cuerpo.
MORA
Mujeres
crujientes al sol crudo. Sólo tú permaneces, una y posible, en medio del
retumbar de las playas.
Obligándome
a aceptar tu nueva luz, tu desafío.
Un
día cualquiera volveré a amarte como en el gesto primero del mundo. Una noche cualquiera
un hombre desnudará tu rostro y verá los colores reales de la tormenta.
ELLA
DE PRONTO
Vuelvo
a caer en tus redes.
En
el viento bajo del orgullo, en la marea del odio, vuelvo a desconocerte.
A
rodar sin perdón hacia tu belleza fácilmente aceptable.
Vuelvo
a caer en la dura nostalgia.
En
tus pantanos ágiles.
En
el olor inmortal que te oscurece y te entrega al hombre que canta en medio del
peligro.
HIROSHIMA
MON AMOUR
una
mujer desciende envuelta en desesperado orgullo del aire de su
/casa
como
hija de la lástima feroz de la furia pequeña provincial
el
mundo contento arde quieto a su alrededor
canta
en el interior de esa mujer el mundo como una boca de fuego
un
hombre lejano la contempla con ojos de desesperado amor
ese
hombre es otros hombres es el mismo amor cantando para
/sobrevivir
el
mundo contento arde veloz a su alrededor
canta
en el interior de ese hombre el mundo como una boca de
/fuego
cuando
la palabra amor no tenga necesidad de ser pronunciada
amor
en todos los cuerpos desesperados ardiendo tranquilos
el
mundo contento como una boca de fuego
una
mujer y un hombre lentamente a su alrededor
PRAYER TO A WOMAN’S BODY
Así,
como quien quiere
la
cosa, con poco disimulo, con pasión,
me
digo que te mire, soy
arrojado
a la más fresca ferocidad.
Caer,
caer del todo,
hasta
lo cóncavo y sereno y fértil y magnánimo,
convencido
de prisa, sediento de antemano.
La
selva doble cruje haciéndose desierta
para
dejar pasar la inocencia del fuego.
Piedad
de los metales, oh rocas
miserables.
El vacío
es
una ciencia que adormece.
DÉJÀ
VU
Una
mujer se desnuda en mi memoria
mientras
afuera resplandece la ciudad
o
llueve y hace frío
Una
mujer lava su pelo negro con el agua de mi infancia
una
distancia va formándose
Su
piel es lenta y fresca como la mañana que acaricia
su
voz se hace lejana
Una
mujer me alcanza
el
primer seno descubierto
el
primer seno acariciado
Mientras
adentro resplandece la memoria
CUANDO
ESTÁS DESNUDA
Cuando
estás desnuda
relumbras
en lo oscuro
Cuando
estás desnuda
como
todas las cosas
Cuando
estás desnuda
el
pudor no te vela
Cuando
estás desnuda
fresca
y resplandeciente
Cuando
estás desnuda
el
lecho te reclama
Cuando
estás desnuda
coronada
de noche
CREPÚSCULO
DE VENUS
En
el momento
justo
en
que el sol
ávido
y ciego para el cielo
desnudo
aureola
tu silueta
y vuelve discernible
contra un fondo de espanto
encantado
la línea
frágil y firme
que desde tu talón
ciñe
la aún grácil
pantorrilla
y asciende
decidida
a orillas de tus muslos,
a la pulpa
bendita de tus nalgas,
a ese vello sagrado,
y luego
comba tu claro vientre
de frescura recóndita,
la gloria de tus senos,
el neto mediodía
de tu garganta
deliciosa y terrible,
el alba de tus sienes
y se desliza
allí
huyendo por tu frente,
cruzas la calle
en el violento
resplandor
del verano
mortal
y tu belleza
oscilante
sobre los tacones
en su precisa
madurez
traspasa un límite,
comienza
a diluirse,
se transforma,
quiebra
su longitud,
no se percibe
pero se muestra
todavía
--cobra feliz--
a otros
saliendo
de la luz, entrando
ya en la sombra,
en el momento.
CUERPO PRESENTE
Tantas
como soñamos
merecer
una
(Una
mujer
Muslos
de tempestad
senos
de viento
sagrado
olor a mar)
Toda
mujer
sentada
en
el augusto trono
de
su cintura
Inmensa
CIRCE,
NO VENUS
(Por ellas, Ella habla:)
“Derrochaste
mis muslos.
Pero
no sólo eso.
¿O
acaso no me oías
aullar
en la alta noche?
No
te buscaba a ti:
buscaba
tu sustancia
(el
fuego que te habita
o
soñé te habitaba).
Desmedida,
voraz
como
todo lo humano,
me
irritó tu ternura
delicada
y feroz.
Si
la vida te pasa
sin
que la tomes viva,
la
muerte ordena todo
o
todo desordena.
Y
sólo encontrarás
(compréndeme
insaciable)
al
buscar lo que buscas.”
RODOLFO ALONSO. Poeta,
traductor y ensayista argentino. Es voz reconocida de la poesía iberoamericana.
Fue el más joven de la revista “Poesía Buenos Aires”. Publicó más de 30
libros. Primer traductor de Fernando Pessoa en América Latina, a la vez primera
con sus heterónimos en castellano. Junto con Klaus Dieter Vervuert, de los
primeros en traducir Paul Celan. Tradujo además Pavese, Ungaretti, Éluard,
Marguerite Duras, Montale, Drummond de Andrade, Prévert, Dino Campana,
Apollinaire, Baudelaire, Murilo Mendes, Manuel Bandeira, Rosalía de Castro,
Valéry, Olavo Bilac, Mallarmé, Artaud, Pasolini, Umberto Saba, Breton,
Schehadé, Machado de Assis, etc. Editado en Argentina, Bélgica, Colombia,
España, México, Venezuela, Francia, Brasil, Italia, Cuba, Chile. Premio
Nacional de Poesía. Orden “Alejo Zuloaga” de la Universidad de Carabobo
(Venezuela). Gran Premio de Honor de la Fundación Argentina para la Poesía.
Palmas Académicas de la Academia Brasileña de Letras. Premio Único de Ensayo
Inédito de la Ciudad de Buenos Aires. Premio Festival Internacional de Poesía
de Medellín.
CON LUIS CERNUDA AÚN, A 50 AÑOS DE SU MUERTE
Por Rodolfo Alonso *
En la tómbola incierta de las conmemoraciones, parece haberle tocado ahora –inesperadamente- al más secreto y hondo de los poetas andaluces. Siempre discreto y reservado, siempre fino y distante, Luis Cernuda (1902-1963) supo combatir por la República y pagar con su exilio interminable en el México fiel, donde encontró la tumba un 5 de noviembre de hace medio siglo. Estruendosamente silenciado entre sus compatriotas, nunca dejó de responder con altivo desdén y sutil ironía al ninguneo absoluto con el que fue afligido.Quizá por eso, dedicó uno de sus poemas memorables (“con unas violetas”) al más ácido y mordaz crítico de la sociedad española, el agudo cronista Mariano José de Larra. Ese mismo texto que se inicia, tan bellamente, con una de las líneas indelebles del poeta Cernuda: “Leves, mojadas, melodiosas.” Cuando aún arreciaba sobre él aquel feroz silencio, el 27 de octubre de 1968, se me escribió este poema, incluido más tarde al comenzar mi libro ”Señora Vida”, de 1979, y que hoy me gustaría volver a dedicarle, en estas nuevas circunstancias.
CON CERNUDA
¿Por qué tú, tan distinto
de mí, esta noche
cualquiera me pareces
casi un pariente?
¿Por qué si diferentes
somos en carne y nervio
y letra, y sólo algo lejano
que tiene que ver con un país
disuelto en sangre y niebla
quizá acaso nos una?
¿O serán las palabras
estas, cargadas
de
sentido, de instinto,
de
amor por la belleza,
el
orden de lo vivo,
la
gracia elemental?
Y
ahora recién
me
vuelves, Luis,
cuando
quizá
es
tarde ya para decírtelo.
Pero
no a otros.
Rodolfo Alonso
(Buenos
Aires, 27-10-1968)
* Poeta, traductor y
ensayista argentino.
es.wikipedia.org/wiki/Rodolfo_Alonso
Nota sobre Luis Cernuda publicada en Página/12 el 5-XI-2013
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