23.9.18

ENTREVISTA A RODOLFO ALONSO



LEDO IVO RODOLFO ALONSO NÉLIDA PIÑÓN 2006 Academia Brasileña Letras Palmas Académicas

La Academia Brasileña de Letras
ENTREVISTA A RODOLFO ALONSO


por Marco Lucchesi




(Uno) Su amistad con Brasil es una de las páginas más expresivas de su biografía. ¿En ella se profundiza su ancestralidad ibérica, como si Brasil y Argentina reivindicasen un estrecho parentesco, no siempre declarado?    
          Como a todo lo largo de mi vida, las cosas simplemente me ocurren, nunca son fruto de un plan o de un proyecto. Yo me descubrí profundamente ligado con Brasil desde que tengo memoria, desde mis primeros años.
          La contagiosa personalidad y diversidad de la vida cultural y social del pueblo brasileño, la sensualidad expresiva de su lenguaje y de su música, me sedujeron pronto. De hecho, los primeros poetas que traduje fueron los grandes modernistas brasileños. Y a pesar de mi innata timidez trabé amistad con Carlos Drummond de Andrade y Murilo Mendes,  que me hicieron llegar sus libros y sus cartas. Y ese fue sólo el comienzo.
          Desde entonces hasta hoy, traduje y difundí la gran literatura brasileña en castellano. Y conocí Brasil, invitado a Bahía, Curitiba, Passo Fundo, Brasilia, Belo Horizonte, Ouro Prêto, Rio. Y experimenté, así. la maravillosa sensación de sentirme al fin inmerso en ese planeta vivo que es Brasil.
          Sólo mucho más tarde intuí a qué podía deberse acaso todo eso. De padres gallegos e infancia bilingüe, el primero de los míos nacido en Buenos Aires, si tuve algún don fue el de lenguas, el de oído. Nunca necesité aprender portugués. Quizá en mi sangre venían aquellos trovadores que cantaban en galaico-portugués mucho antes de que existieran las naciones.
          En 1984, tras la dictadura, me tocó asistir emocionado al primer encuentro de los presidentes Sarney y Alfonsín donde se cimentó el Mercosur, reuniendo a Argentina con Brasil. Tan sólidamente que son ahora motor de la Unasur, entre las nuevas democracias soberanas de nuestro continente, unidas como nunca y como nunca atentas cada una a su propia identidad, a su propio camino dentro del destino general, en su gran mayoría ampliando las libertades constitucionales y los derechos humanos con la inclusión popular y la justicia social. Me alegra mucho eso.





 RODOLFO ALONSO con LEDO IVO y JUAN GELMAN México DF 2008 foto Javier Narváez (1)

(Dos) ¿Como primer traductor de Fernando Pessoa en América Latina, ya daba muestras de cuál iba a ser su carta de navegación?
Deben haber sido, supongo, mis primeras traducciones de grandes poetas brasileños lo que hizo que, siendo tan joven, me pidieran seleccionar y traducir a Pessoa cuando aún era casi desconocido, incluso en Portugal. Ese mismo año me encargaron la poesía completa de Cesare Pavese. Y una novela de Marguerite Duras. Y al año siguiente una amplia antología de Ungaretti. Con sólo eso, de entrada, era evidente (aunque no lo supiera) que mi destino ya estaba fijado. Escribir, y también traducir poesía. Que muy probablemente es otra forma de escribirla, ¿no?.





 LEDO IVO y RODOLFO ALONSO 2006 Academia Brasileña Letras Palmas Académicas (1)

(Tres) Otra marca de su trayectoria fue la revista de vanguardia “Poesía Buenos Aires”. ¿Más allá del gran papel desempeñaado por el grupo, qué  subsiste en su poesía? 
Como dije estas cosas me ocurrieron, jamás me las propuse. Introvertido y tímido, a mitad de la enseñanza secundaria, la noche antes de cumplir mis 17 años me descubrí convertido en el  más joven de la revista “Poesía Buenos Aires”. Fueron años fecundos y veloces, de entrega y crecimiento.
En un clima de humor, nada solemne, a lo largo de una década 30 números de una revista de vanguardia hecha por jóvenes unieron creación, traducción y reflexión alrededor de la poesía. Y se dijo que cambiaron la forma de vivir y escribir poesía, no sólo en la Argentina sino aún más allá.
Fraternidad y exigencia, fue lo que sentí me planteaban desde un inicio. Y es lo que siento me acompañó hasta aquí. Uno era admitido con absoluta libertad, entre bromas y risas, pero la poesía es una cosa seria.





 NÉLIDA PIÑÓN y RODOLFO ALONSO 2006 Academia Brasileña de Letras


(Cuatro) Su amistad con Aldo Pellegrini y todo un régimen de planos y desafíos estéticos que lo llevaría a los poetas franceses e italianos, ¿permanecen encendidos, como se puede ver en su libro “Defensa de la Poesía”?
          Al mismo tiempo que me integraba en “Poesía Buenos Aires”, fraternicé con los surrealistas. Entre ellos, Aldo Pellegrini, figura central, pionero del surrealismo fuera de Europa y en América Latina, fue muy generoso conmigo. Él me propuso, muy joven, seleccionar y traducir nada menos que a Pessoa y a Ungaretti.
          Pero el contacto, como experiencia viva, no apenas literaria, con los grandes de la poesía francesa (especialmente surrealistas) o italiana, junto con lo que bebía en lengua portuguesa, sobre todo en Brasil pero también en Portugal, surgían tanto de una como de otra fuente. Y muchas veces eran descubrimientos personales, que se compartían como una novedad alborozada.





(Cinco)  Cito al azar algunos poetas brasileños que tradujo: Manuel Bandeira, Dante Milano, Cecilia Meireles, Murilo Mendes, Alphonsus Schmidt, João Cabral, Drummond de Andrade. ¿Su taller de traducción, abierto en todos esos años, continúa activo para nuestra parte del mundo? 
También traduje a João Guimarães Rosa y a Mário de Andrade (tarea nada fácil). A Machado de Assis y Olavo Bilac. O a Anibal M. Machado. Y a Clarice Lispector o Vinicius. Y ese manantial no está cerrado. Todo lo contrario. Editorial Alción me publicó hace poco dos antologías: “Poesía escogida”, de Drummond, y “La poesía sopla donde quiere”, de Murilo, en las que cumplo un viejo sueño: reunir todo lo que traduje de cada uno. Pero Brasil no me abandona. No puede. Y yo tampoco puedo abandonarlo. De modo que seguiré incurriendo en traducción.





(Seis)  Me gustaría oírlo sobre Juan Gelman, su gran “compañero de viaje”, para usar la expresión cara a Alceu Amoroso Lima.
Juan Gelman, pocos años mayor que yo, me acercó su primer libro cuando ya me habían publicado un par de títulos. Al comienzo no fuimos tan asiduos, nuestras vidas no siempre se cruzaron. Todo cambió a partir de nuestro reencuentro, a medidos de 1994, en el caudaloso Festival Internacional de Poesía de Medellín.
Recuerdo que Juan me invitó casi secretamente a su hotel, donde me dedicó el bello “Dibaxu”, recién aparecido. A partir de allí, gracias a su desmedida generosidad, nos descubrimos muy unidos. Juan era un gran poeta, justamente celebrado, capaz de seguir jugándose en cada nuevo libro, sin decaer en retórica alguna de sí mismo. Y, algo tanto más extraordinario, absolutamente exento de cualquier vanidad y devoto servidor de la poesía (“La Señora”, como solía aludirla.) Y al mismo tiempo, no menos devoto servidor de la amistad, dueño de una amplia y fraternal acogida, de una cálida hospitalidad de brazos siempre abiertos.





(Siete) Su obra poética se constituye casi en un plano goetheano, atento a la filología de la “Weltliteratur”, en sintonía con las lenguas del mundo y de nuestro tiempo. ¿Cuáles serían sus próximos pasos?
No lo sé. Yo me dejo llevar. Siempre lo he hecho. Jamás hago proyectos. La poesía me ocurre, insisto. Y al mismo tiempo estoy siempre rodeado de trabajo. Y trato de ordenar, para volúmenes colectivos, la totalidad de mis libros de poesía. (Me cuesta decir “poesía completa”. Me suena a oxímoron.) Ya se han editado tres volúmenes: uno de Argonauta que reúne mis seis primeros libros, de extrema juventud: “A favor del viento” (1952-1956), y otros dos de Eduvim: “Lengua viva” (1968-1993), “El uso de la palabra” (1956-1983). Ese mismo sello universitario, Eduvim, tiene en prensa el cuarto y por ahora final: “Ser sed” (1993-2018).
Y aparecieron mis poemas entonces más recientes: “A flor de labios” (Alción, 2015). Así como se editaron nuevas traducciones de libros o antologías míos a otras lenguas: tres en Francia, una en Inglaterra, una más en Brasil, y dos en Galicia.
 También aparecieron o se seguirán publicado, junto con libros propios, nuevas traducciones en Argentina, Chile, México (Eugenio Montale, Fernando Pessoa, Dino Campana, Jacques Prévert, Sophia de Mello Breyner Andresen, René Char, Saint-Pol-Roux). Dirijo una colección, “La Gran Poesía”, para Eduvim (Editorial Universitaria Villa María). Siempre bilingües, ya salieron siete libros: Baudelaire, Campana, Apollinaire. Emily Dickinson, Miguel Hernández, poesía medieval italiana (Guinizelli, Cavalcanti, Angiolieri), un gran Pessoa. El octavo será Saint-Pol-Roux.
Tuve la suerte de ser editado, en Argentina y en más de una decena de países. Pero muy poco en la España posmoderna, nada en Portugal, y por segunda vez en mi amado Brasil. Penalux lanzó mis “Poemas pendientes”, con conmovedora introducción de mi viejo y querido amigo Lêdo Ivo, y espléndidamente traducido por Anderson Braga Horta.
Pero sólo debería dar las gracias. Busquemos primero ser dignos del don de la poesía, y todo lo demás nos será dado por añadidura..


Publicada originalmente en portugués en el nº 77 de la “Revista Brasileira”
 de la Academia Brasileña
de Letras, Rio de Janeiro, diciembre de 2013, pgs. 9 a 13.

19.9.18

IL RUMORE DEL MONDO


Franco Romanò

IL RUMORE DEL MONDO
                                                                    Rodolfo Alonso: Il rumore del mondo                                                  
                                                                               (poesie scelte 1952-2007), traduzione di
                                                                               Sara Pagnini, Ponte Sisto editore.

Il titolo dell’ampia antologia di Rodolfo Alonso pubblicata in italiano dice molto, anche per la sua coerenza nella scelta dei testi, distribuiti fra raccolte diverse su un lungo arco temporale che va dal 1952 al 2007. Alonso è un poeta del reale fisico prima di tutto. Luoghi, paesaggi, uomini e donne che in tale scenario si aggirano, soffrono, amano, attraversano la storia: questo è il rumore del mondo1. Giunto alla fine del percorso del poeta, due riflessioni mi sono balzate alla mente. La prima: solo in una terra di larghi spazi poco abitati e colmi di silenzio, possono nascere certe suggestioni naturalistiche. La prima poesia è già indicativa di questo: /È la pianura il figlio perfetto/ e dopo avere visto anche per una sola volta la Pampa, come per il momento è toccato a me, può capire subito perché essa sia il figlio (o la figlia) perfetta. Percorrendo la Pampa l’occhio si perde, l’orizzonte è una lontanissima presenza, il silenzio e gli animali sono dominanti, l’umano sembra ritirato in un angolo di meditazione necessaria.
La seconda riflessione me l’ha suggerita un verso riportato anche nella quarta di copertina dalla curatrice e traduttrice Sara Pagnini e che mi ha fatto venire in mente un altro poeta appartenente al continente americano ma del nord. Il verso dice:
/Io vi invito,/ a far camminare l’amore tra gli indifferenti/.
Tale verso mi ha ricordato quella che Wallace Stevens definiva la passione del sì, cioè la propensione, nonostante gli orrori della storia, a rivolgere lo sguardo alla vita nei suoi aspetti fisici, legati alla natura organica, alla terra e alla luce e naturalmente all’amore fra gli esseri umani.
Il testo antologico, come dicevo più sopra, copre un vasto arco temporale. Nelle prime raccolte il tema dominante è l’amore: La ragazza delle Isole Canarie, Fandango, Venti favorevoli. Sensualità appena accennata e delicatezza sono il tratto di queste liriche, ma è in Hiroshima mon amour che il tema amoroso si fa più intenso e anche drammatico. In scena ci sono un uomo e una donna come nel film omonimo:
una donna scende in disperato orgoglio dall’aria di casa sua/come figlia della pena feroce della furia piccola provinciale/il mondo contento arde quieto intorno a lei/canta all’interno di questa donna il mondo come una bocca di fuoco//un uomo lontano la contempla con occhi di disperato amore/quest’uomo è altri uomini è lo stesso amore cantando per sopravvivere/il mondo contento arde veloce intorno a lui/canta all’interno di quest’uomo il mondo come una bocca di fuoco/
Ciò che colpisce a una prima lettura è la simmetria fra le due scene. I due sono lontani e non si possono incontrare, ma la disperazione del mancato incontro proietta la sua ombra sulla tragedia di Hiroshima, sottolineato da un lessico che allude in modo esplicito all’esplosione atomica: pena feroce, arde, bocca di fuoco. L’incontro non può avvenire perché c’è di mezzo la storia. La poesia però non è finita.
quando la parola amore non avrà bisogno di essere proniunciata/amore in tutti i corpi disperati bruciando tranquilli/il mondo contento come una bocca di fuoco/una donna e un uomo lentamente intorno ad esso/ 
L’orrore non è nominabile e infatti il poeta non lo nomina, ma ci offre alla fine una metamorfosi. Le medesime parole che nella scena iniziale indicavano la tragedia, nella parte finale indicano un diverso fuoco e un diverso bruciare, intorno al quale le due figure precedenti potranno incontrarsi in un futuro che non sappiamo quanto lontano sia. La storia in quanto tale, entra raramente nell’opera, ma quando lo fa, come nel caso precedente, la scelta cade sempre su eventi emblematici, oppure fortemente meditativi. È il caso di  Al fondo della notte a pag. 75, dove il grido di un ubriaco diventa l’urlo di dolore di un mondo intero; oppure in Aria del perduto, (Pag.70), dove la ricerca di una misteriosa voce o della riva perduta diventano metafora di una ricerca di che ciascun lettore può ritrovare dentro di sé.
Quanto più ci si avvicina alle raccolte più recenti, non mutano i temi, ma cambia il tono. L’abbandonarsi e il perdersi nella natura è presente in un  testo come Scogliera, dove il vento, all’inizio della poesia, è visto nella sua essenza, ma poi subisce una metamorfosi alla fine della quale è il poeta stesso a identificarsi del tutto con lui: …Vento sono per questo. L’amore torna e rispetto ai testi delle primissime raccolte emerge la difficoltà delle relazione, insieme alla determinazione a non cedere però a ricercarlo sempre (Come due astri). Il tono meditativo è ormai una costante anche se in alcuni testi come  Udendo Gilgamesh e Un ramo è più accentuato:
Come fossi una roccia, l’impatto/del mondo mi levigherà/cinto dalla musica/moderata dagli astri?/ 
Anche il ramo dell’albero che reggeva/tra la pioggia e la nebbia/l’uccello cantore di stamani/fa parte della Storia
In queste brevi liriche, la delicatezza delle immagini ricorda assai anche quella di certe stampe cinesi e giapponesi, dove con pochi tratti si dà vita a un mondo. Nelle raccolte finali, tuttavia, la storia ritorna con il suo peso, ma senza vanificare, la resistenza sottile di una poesia che sfida il tempo.

UNA POETICA DELLA LUCE

Nel saggio introduttivo alla raccolta, Juan Gelman parla del fulgore che caratterizza molti di questi testi. In effetti la sensazione di essere quasi sempre immersi nella luce è una peculiarità che si percepisce leggendo; tuttavia, ci sono anche paesaggi notturni, scene dove l’ombra (non in senso metaforico ma reale) è presente. Il senso di lucentezza forse deriva allora da altro. Il peso della storia, con le sue rovine evidenti e che emergono dal testo raramente ma sempre emblematiche, non permette salvataggi a buon mercato di qualsiasi cosa. Alonso è consapevole di aggirarsi in una scenario di desolazione e non lo respinge ma cerca in quel contesto quali oggetti, parole, situazioni possono esser salvate e conservate per un futuro nel quale non bisogna smettere di sperare e prefigurare. La passione del sì alla vita è in definitiva questa: inutile rimpiangere un ordine del mondo che non esiste, ciò che conta è continuare a vivere anche in mezzo a queste rovine e far camminare l’amore fra gli indifferenti.   




  
1 Soltanto dopo la pubblicazione in italiano l’autore si è reso conto che, insieme alla traduttrice, erano stati entrambi traditi dal demone dell’omofonia. Infatti, la parola “rumor”, in castigliano, può significa anche “sussurro” o “mormorio”.  Naturalmente entrambi hanno convenuto che questi sono i rischi di ogni traduzione.  In quanto lettore e recensore di quest’opera posso aggiungere che io stesso ho pensato più volte che “mormorio” fosse una parola più adatta a rappresentare le atmosfere del libro. Aspettiamo allora una seconda edizione.




1 Soltanto dopo la pubblicazione in italiano l’autore si è reso conto che, insieme alla traduttrice, erano stati entrambi traditi dal demone dell’omofonia. Infatti, la parola “rumor”, in castigliano, può significa anche “sussurro” o “mormorio”.  Naturalmente entrambi hanno convenuto che questi sono i rischi di ogni traduzione.  In quanto lettore e recensore di quest’opera posso aggiungere che io stesso ho pensato più volte che “mormorio” fosse una parola più adatta a rappresentare le atmosfere del libro. Aspettiamo allora una seconda edizione.