por Rodolfo Alonso
Si no hubiera sido por la atinada nota de Mario Goloboff,
“Relecturas de Malvinas”, publicada precisamente el 2 de abril en un periódico
argentino, algo muy hondo me hubiera seguido impidiendo hacerlo público. Porque
estos dos poemas, que se me impusieron, que se escribieron solos, sin
premeditación alguna, sin habérmelo propuesto, el primero casi en los comienzos
del gran drama, y el último cuando esperábamos, lacerados de angustia, el
ataque final de los británicos, no tienen aparentemente ninguna referencia
explícita a Malvinas. Y sin embargo… Y sin embargo me siguen apabullando de
dolor como en su nacimiento, cuando como ya dije se me impusieron por su
cuenta.
Incluidos al
final de mi libro “Alrededores” (Centro Editor de América Latina, Buenos Aires,
1983), estoy seguro que muy pocos lectores habrán llegado a percibir su
completa dimensión, si alcanzaron a considerar las fechas en el índice
cronológico que, desde un comienzo, sentí que debía incluir en todo libro.
Nunca como en este caso, de pudor vergonzoso, atormentado, fue acaso para
insertarlos en un contexto histórico, tan colectivo como personal.
¿BAJO LA LUZ DE QUÉ?
¿Bajo la luz de qué?
¿Bajo qué sol?
¿Bajo la voz de qué?
¿Bajo qué cielo vamos,
en qué tierra,
en el aire de qué?
¿Bajo qué pie caímos,
bajo cual?
¿A la sombra de qué?
¿Bajo qué resonamos?
¿Bajo quién?
¿A la sombra de qué?
(29-4-1982)
SONIDOS, FURIA
a Roberto Arlt
Con los cuerpos al margen, vivaqueando, sobrevivientes ya,
como tantos, como uno, los lenguaraces parlotean entre hogueras. Las huellas de
la cola del cometa dejarán más al sur restos humeantes, fantasmas calcinados,
miembros sueltos, reales pesadillas. Mientras las especulaciones continúan.
Perdido entre adhesiones tornadizas, con la lengua trabada,
ciego de mirar, confuso entre confusos, fuera de lugar, fuera de hora, y ni
siquiera loco, ¿aún conservo sentido, dirección? Vida, vida, vida, qué linda que sos, vida, qué linda que sos.
Mientras las respiraciones continúen.
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