El mundo | Sábado, 18 de julio de 2015
OPINION
Por
Rodolfo Alonso *
El 18 de julio de 1936,
hace setenta y nueve años, el golpe militar franquista se alzaba contra el
gobierno legal de la
República Española. Generada por la espontánea y ejemplar
resistencia del pueblo leal, que la llevaría hasta 1939, la Guerra civil española
constituyó al mismo tiempo un hecho política y socialmente relevante y un
acontecimiento legítimamente legendario. Considerada la última guerra de
hombres, antes de que la tecnología bélica ocupara definitivamente el lugar
predominante, fue también la primera batalla de la democracia contra el
fascismo que de inmediato iba a sumergir a Europa en la segunda guerra mundial,
de imprevisibles consecuencias.
Marcada a fuego en la conciencia de muchas generaciones de españoles,
una gran cantidad de testimonios, documentos y obras de creación fue dada a luz
con la recuperación de la democracia, una vez fallecido el dictador. Pero esa
intensidad se fue amenguando, en cierta medida, no sólo por el paso del tiempo,
sino también con el ingreso en los antaño confortables beneficios de la
comunidad europea. Por eso fue doblemente significativo que haya sido un entonces
joven escritor y periodista español, Javier Cercas, quien con un libro por
tantos motivos indeleble, y de una manera absolutamente nada maniquea, volvió a
plantearnos con claridad e inteligencia los significados y las consecuencias de
aquella gesta histórica.
Por su factura y por su tema, “Soldados de Salamina”
(publicado originalmente en 2001, llevado al cine, y que Tusquets de Barcelona
no cesa de reeditar desde un primer momento), es sin duda un texto fascinante.
Partiendo de una escritura donde el autor se involucra activamente, ya que no
se plantea como creación literaria sino como relato real, y de una anécdota
apenas esbozada de la cual no se tienen casi certezas, Cercas consigue erigir
un texto de demoledora y tocante eficacia, tan literariamente logrado como
fraternalmente conmovedor.
En los meses finales de la guerra, mientras las últimas tropas
republicanas asediadas se retiran hacia la frontera francesa, alguien decide
fusilar a un grupo de destacados jerarcas franquistas prisioneros. Entre ellos
se encuentra Rafael Sánchez Mazas (1894-1966), un brillante intelectual de
derecha, fundador e ideólogo de la
Falange , quizás uno de los responsables directos del
conflicto fratricida que ha ensangrentado a España y dislocado su destino.
Sánchez Mazas consigue escabullirse y logrará salvarse, mientras es
minuciosamente perseguido, en un instante que lo acompañará toda su vida,
gracias a que un humilde miliciano, que lo descubre y encañona, no se sabe bien
por qué y con sólo una mirada de por medio, decidirá no denunciarlo.
Ese humanísimo momento, a la vez oscuro y revelador, es el
desencadenante del libro. Pero tampoco aquí la mera anécdota alcanza a
transmitir lo que el texto contagia con precisión y fluidez, como sin
proponérselo, de modo que poco a poco, y hasta en indagaciones realizadas
muchos años después, el calibre de aquellos hechos, individuales y colectivos,
va cobrando una honda dimensión que termina rozándose inclusive con aquel
bienestar democrático de que gozaron hasta hace tiempo, como dijimos, tantos
millones de europeos, sin imaginar que todo lo debían acaso a un puñado de
héroes anónimos que, en el momento justo, se jugaron la vida para salvar la
civilización. Porque es sabido que cuando los tanques del general Leclerq
entran en París, consolidando la liberación de Francia del yugo nazi, con él
venían veinte mil combatientes republicanos españoles, quienes ingenuamente
imaginaron que el próximo paso iba a ser devolver la democracia a España.
Esas páginas, como ya dije, se leen de un tirón y nos contagian
una inmensa luminosidad. Literatura en el mejor estilo, son también periodismo
de primera. Y entre otras muchas alusiones constituyen también acaso un
homenaje implícito a aquella primera generación de intelectuales españoles
progresistas, muchos de ellos descendientes de jerarcas del régimen, que se
enfrentaron al franquismo desde adentro y entre los cuales se destaca Rafael
Sánchez Ferlosio, el hijo preferido de Sánchez Mazas, cuya tocante y
desinhibida novela “El Jarama” (1956)
constituye el primer hito de aquella camada inconformista.
Pero algo más nos reserva este incisivo y bello libro. Como si quisiera
evidenciar desde la tapa lo que la fotografía arrastra etimológicamente (photos
graphein: “escribir con luz”), una deslumbradora instantánea de Robert Capa (el
legendario compañero de Henri Cartier-Bresson en Magnum Photo), tomada en
Barcelona el 25 de octubre de 1938, durante la emocionante ceremonia de
despedida a los voluntarios de las no menos legendarias Brigadas
Internacionales, mediante la intensidad de una mirada tan límpidamente trágica
como plena de convicción, decisión y coraje, nos dice mucho más de lo que
podría transmitirnos cualquier texto. Incluso uno tan revelador y hondo como
este imborrable libro de Javier Cercas.
*
Poeta, traductor, ensayista.
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