13.11.19


ACABA DE APARECER
Y YA ESTÁ EN LIBRERÍAS:
UN GRAN POETA PORTUGUÉS





ANTÓNIO RAMOS ROSA
Estoy vivo y escribo sol
Antología poética bilingüe
Con manuscritos inéditos
Selección, traducción y prólogo de Rodolfo Alonso
Editorial Duino, Buenos Aires, 2019, 153 pgs.







“António Ramos Rosa se impone a primera vista, como un poeta de profunda autenticidad; en sus versos no hay una imagen que no  venga de un lugar “habitado”, que no haya sido alimentada por algo muy vivo dentro suyo, sea en la idea, en el corazón o en el instinto. Son “verdaderos” y hablan de la vida sn dejar de hablar de las experiencias íntimas. Son señales de una lucha por la expresión, y no ejercicicio, ni habilidades de circo. Son poemas.”
Adolfo Casais Monteiro



“Con su cultura, su inteligencia del “misterio poético”, su plástica imaginación, su claro sentido de las formas precisas, António Ramos Rosa alcanzó, entre sus pares de la segunda mitad del siglo XX, las posiciones más envidiables para un poeta que necesaria y fundamentalmente llegó después. En sus poemas la poesía es el sello con que se rubrican todas las creaciones del espíritu que el espíritu no desiste de considerar en la perspectiva de la inteligencia. António Ramos Rosa es uno de los más altos poetas intelectuales de su generación.”
João Gaspar Simões



“Entre los nombres de quienes construyeron y construyen sobre el planeta una auténtica poesía debe incluirse, sin duda, el de António Ramos Rosa.”
Rodolfo Alonso






23.8.19

PESSOA EN LA PRENSA CHILENA

PESSOA EN LA PRENSA CHILENA

Comentario aparecido en el diario chileno “La Tercera”, de circulación nacional, el 19 de agosto de 2019.
Se refiere a “YO es otros”, gran antología bilingüe de Fernando Pessoa, con selección, traducción y prólogo de Rodolfo Alonso, que acaba de editar la Universidad de Valparaíso (2019).
El mismo volumen ya fue publicado en Argentina por la también universitaria Eduvim (2018).






Yo es otros (2019, Editorial Universidad de Valparaíso), la antología de poemas y prosas de Fernando Pessoa recién publicada en Valparaíso, ofrece un material de primerísima calidad que sin duda resultará atractivo tanto para los iniciados en su obra como para quienes la desconocen. El libro además contiene varios prólogos explicativos del argentino Rodolfo Alonso, el primero en traducir a Pessoa con todos sus heterónimos al castellano (1961). Alonso nos recuerda que en 1963 su traducción fue alabada en Portugal por una importante investigadora de aquel país, floreo que quizás está de más, pues salta a la vista que su trabajo es intachable.

Lo relevante vendría a ser que aquí Pessoa y sus múltiples personalidades, o heterónimos, hablan de manera extendida y contundente. Dividido entre los seis prólogos de Alonso y las cuatro partes de Pessoa (Documentos, Poesía, Prosa y Correspondencia), Yo es otros incluye toda esa grandeza tímida que hizo de Pessoa una figura ineludiblemente póstuma. Pese a que en vida publicó sólo un libro firmado con su nombre (el resto de su obra quedó esparcida en diferentes formas y bajo identidades distintas), las revelaciones íntimas no escasean en esta magnífica selección.

En Documentos, por ejemplo, el poeta se define ideológicamente de la siguiente manera: “Considera que el sistema monárquico sería el más apropiado para una nación orgánicamente imperial como es Portugal, considera, al mismo tiempo, a la Monarquía completamente inviable en Portugal. Por eso, de haber un plebiscito entre regímenes, votaría, con pena, por la República.

 ACCESIBILIDAD
Yo es otros (2019, Editorial Universidad de Valparaíso), la antología de poemas y prosas de Fernando Pessoa recién publicada en Valparaíso, ofrece un material de primerísima calidad que sin duda resultará atractivo tanto para los iniciados en su obra como para quienes la desconocen. El libro además contiene varios prólogos explicativos del argentino Rodolfo Alonso, el primero en traducir a Pessoa con todos sus heterónimos al castellano (1961). Alonso nos recuerda que en 1963 su traducción fue alabada en Portugal por una importante investigadora de aquel país, floreo que quizás está de más, pues salta a la vista que su trabajo es intachable.

Lo relevante vendría a ser que aquí Pessoa y sus múltiples personalidades, o heterónimos, hablan de manera extendida y contundente. Dividido entre los seis prólogos de Alonso y las cuatro partes de Pessoa (Documentos, Poesía, Prosa y Correspondencia), Yo es otros incluye toda esa grandeza tímida que hizo de Pessoa una figura ineludiblemente póstuma. Pese a que en vida publicó sólo un libro firmado con su nombre (el resto de su obra quedó esparcida en diferentes formas y bajo identidades distintas), las revelaciones íntimas no escasean en esta magnífica selección.

En Documentos, por ejemplo, el poeta se define ideológicamente de la siguiente manera: “Considera que el sistema monárquico sería el más apropiado para una nación orgánicamente imperial como es Portugal, considera, al mismo tiempo, a la Monarquía completamente inviable en Portugal. Por eso, de haber un plebiscito entre regímenes, votaría, con pena, por la República.

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15 DIC 2017
Conservador de estilo inglés, esto es, liberal dentro del conservadurismo, y absolutamente antirreaccionario”. Para un hombre que cultivó tantas personalidades literarias, el hecho de hablar de sí mismo en tercera persona ha de haber sido algo consubstancial, para utilizar una palabra a la que él le concedió nuevos y desconocidos brillos.

Siguiendo esa misma línea, la carta donde Pessoa explica el origen de los heterónimos es bastante llamativa. De niño, asegura allí el poeta, tuvo la tendencia a rodearse “de amigos y conocidos que nunca existieron”. Ya de adulto, específicamente el 8 de marzo de 1914, mientras escribía de pie frente a una cómoda alta, como casi siempre lo hacía, produjo de un tirón 33 poemas al hilo. “Fue un día triunfal de mi vida, y nunca podré tener otro así”. El episodio es crucial en su biografía y en la de los heterónimos, pues “lo que siguió fue la aparición de alguien en mí, a quien di desde luego el nombre de Alberto Caeiro. Discúlpeme el absurdo de la frase: en mí apareció mi maestro”. De Caeiro surgieron dos famosos discípulos: Ricardo Reis y Álvaro de Campos. “Yo veo delante de mí, en el espacio incoloro pero real del sueño, las caras, los gestos de Caeiro, Ricardo Reis y Álvaro de Campos. Les construí las edades y las vidas”.

También es fácil encontrar rasgos de su personalidad elusiva en los poemas de esta antología (los que publicó en vida), ya sea que estén firmados por Pessoa, Campos, Reis o Caeiro, “¡Señor, ya que el dolor es nuestro / Y la flaqueza que él tiene / Danos al menos la fuerza / De no mostrarnos a nadie!”. En otros versos el hablante se define como una “Especie de accesorio o excedente propio”, o como “El payaso sin risa”. Aludiendo al complejo e intrincado mundo de sus yoes, el autor nos dice lo siguiente: “Y, al mismo tiempo, la impresión, un poco inconsecuente, / Como de un sueño formado sobre realidades mixtas, / De haberme dejado, a mí, en un asiento de tranvía, / Para ser encontrado al azar por quien se siente encima”. La lectura de Yo es otros permite algo parecido a lo recién descrito: dar como por casualidad con una de las personalidades más trascendentes y multívocas de la literatura universal
LA GACETA LITERARIA
Un poeta bañado por la luz
Con este volumen culmina la edición de su poesía reunida.> POESÍA

SER SED

RODOLFO ALONSO

(Eduvim - Córdoba)

Rodolfo Alonso es un tesoro internacional de la realización literaria. Poeta, traductor, ensayista, y editor, su obra trasciende a la vez las literaturas argentina y latinoamericana.

Sus esfuerzos como traductor y editor independiente han sido responsables por introducir a lectores multinacionales en innumerables autores cuyos idiomas incluyen al italiano, francés y portugués.

Recientemente la Editorial de la Universidad de Villa María (Córdoba), Eduvim, ha publicado Ser sed (1993-2018), nuevo volumen con el que culmina su edición de la poesía reunida de Rodolfo Alonso.

Esa notable colección fue precedida por la publicación de los igualmente excepcionales volúmenes El uso de la palabra (1956-1983) y Lengua viva (1968-1993).

Rodolfo Alonso es una cautivante voz poética, cuya obra transforma la dimensión entre el componente musical de la expresión verbal y la profunda relevancia contenida en el especial lenguaje del silencio.

Explore con Rodolfo Alonso la búsqueda en los dominios y manifestaciones de obsesionantes encantamentos y misterios ocultos en “la palabra” -y más allá, en medio de ese extraño reino donde el silencio se encarna en el poeta bañado por la luz-.

© LA GACETA

STEPHEN TROYANOVICH

1.8.19

No usamos el lenguaje, somos lenguaje


No usamos el lenguaje, somos lenguaje

Por Rodolfo Alonso



Hace casi cuatro años que nuestro desdichado país se ve sometido a una desoladora prostitución del lenguaje que ha llegado, incluso, a superar las más nefastas proyecciones de George Orwell. Los para nada ingenuos lenguaraces del poder local, comenzando por su máxima figura, no por casualidad se empecinan en superarse compitiendo. Pero hay uno de ellos que casi se ha convertido en paradigma: Esteban Bullrich, que fue ministro de Educación, hace ya tiempo que supo burilar premonitoriamente esta cumbre razonada de la sinrazón: “Crear argentinos que sepan vivir en la incertidumbre y disfrutarla”.

Lo cual no deja de tener sus raíces. Desde un punto de vista cultural (si es que eso tiene todavía sentido), lo que aparenta haberse impuesto sobre el planeta, desde aquel denominado Primer Mundo, no es sólo la sociedad de consumo sino, por vía de los omnipotentes y seductores medios masivos de comunicación, una civilización del espectáculo, una seudocultura light, donde hasta el dolor más íntimo o la tragedia más flagrante terminan por volverse show. En ese contexto, me temo que sin percatarnos, se ha ido produciendo ante nosotros, en las últimas décadas, primero lentamente y luego en forma cada vez más acelerada, una verdadera y honda mutación cultural: la desaparición del lenguaje como centro de la civilización. Y esa visceral conmoción no se manifiesta tan sólo en los estratos más elevados, donde anida el poder, que ya no es sólo político-económico sino también corporativamente mediático-judicial y tan tecno-idolátrico como adicto-consumista. (Lo que se agrava en situaciones psicosociales como vivimos, que nos siguen arrullando con la seducción vendedora cuando toda compra se ha vuelto inalcanzable). Sino que ha alcanzado --aquella grave mutación cultural regresiva-- a las fuentes de lo humano. Y me refiero a la devaluación más deletérea: la del lenguaje, que es el umbral irrenunciable de la condición humana. Porque, permítanme reiterarlo: no usamos el lenguaje, somos lenguaje.

Hoy, incluso en las grandes ciudades del mundo hiperdesarrollado, cada vez son menos los vocablos con que se maneja una persona. Y, por otro lado, ya no es por lo general el pueblo, una comunidad con su uso cotidiano el que renueva y da vida (como debería ser, como fue siempre), a un idioma, a una lengua.

Si, como resulta evidente, esa fuera la situación, por ejemplo la crisis actual de la poesía --que no es sólo de consumo o difusión sino de esencia y de apariencia--, no podría entenderse con claridad y hondura sino en función de esta violencia prácticamente universal sobre el lenguaje humano. Nunca, ni aun en los momentos más exquisitos, pudo haber una gran poesía que no tuviera siempre su raíz, así fuera secreta, en su contacto con una lengua viva. Es decir con un idioma orgánicamente hablado por un pueblo, orgánicamente empleado para su vida cotidiana por una comunidad. La crisis cada vez más aguda que va asediando a la poesía en sus aspectos estéticos y socioculturales, no es (intuyo) apenas el problema de un género literario o de un tipo de artista en particular. Tal cosa ya ocurrió antes, y hubo momentos de esplendor y otros de repliegue, hubo especies extinguidas y también rejuvenecimientos y hasta renacimientos. Pero nunca se había afectado de raíz, en sus mismos orígenes, al lenguaje humano como se lo está afectando.

Por eso, me pregunto: ¿no habrá llegado el momento de plantearse también una ecología del espíritu, de la condición humana? ¿No será precisamente a consecuencia de los mismos defectos de esta civilización llamada occidental, en la práctica apenas tecnolátrica y cosificada, que estamos enfocando los daños ecológicos que ella produce sólo en sus aspectos geográficos, económicos, materiales, y no consideramos cuánto le cuesta, qué precio ha tenido todo este maravilloso y a la vez devastador proceso, donde el conflicto no es por supuesto con la inventiva científico-técnica sino con su manipulación, en relación con el espíritu del hombre? ¿Qué poesía puede haber, entonces, si se secan las fuentes del lenguaje vivo? ¿Qué gran poesía puede haber si ya no es posible ni siquiera encontrarse con el silencio necesario, imprescindible?


(Y ante tan devastadora, desolada realidad, que siempre temo pueda resultar apocalíptica, debo confesar sin embargo que el desmentido más cabal --aunque por su excepcionalidad también le cabría acaso ser entendido como ratificación--, la mejor luz de consuelo, el más límpido indicio de esperanza con respecto al porvenir de la poesía no me llegó de los libros o del todavía llamado ambiente intelectual. Fue por boca de una legítima mujer del pueblo, la humilde y entrañable anciana noblemente indígena que cuidaba el baño de la Casona de los Siete Patios, destinada del todo a sus artesanos en uno de esos realmente pueblos mágicos de México, Pátzcuaro, cuando al preguntarle si no prefería trabajar ahí mismo pero en otro sitio me contestó, en un lenguaje tan caudaloso, límpido y rico que nunca olvidaré: “No, no lo haría, porque si trabajara allí me pondría sombreada y enojona”. ¿Cuántos autodenominados poetas de hoy, en todo el mundo, somos capaces de alcanzar semejante limpidez, semejante intensidad y tal hondura? ¿De alcanzar esa densidad, ese timbre, ese tono del lenguaje, que siempre fue de todos y de uno, único y general, íntimamente personal y a la vez, al mismo tiempo, ineludiblemente colectivo?)

Dentro de una perspectiva humanista, el mayor desafío para los intelectuales del siglo XXI será continuar siéndolo. Quienes sean capaces de reflexionar críticamente en medio de esta pesadilla de hipnótica banalidad universal van a resultar absolutamente imprescindibles. Por otro lado intuyo que, no sólo a los supuestos intelectuales sino, en realidad, a cualquier hombre conciente de su propia condición le va a ser ineludible enfrentarse con gravísimos problemas de supervivencia. Los límites al indómito poder financiero globalizado ya no serán exigidos por perspectivas de justicia económica, política o social, sino por elementales razones ecológicas: el planeta no lo soportará. Y las graves consecuencias ecológicas no se limitarán a la naturaleza, a nuestro hábitat, sino que ya están afectando --y desde hace mucho tiempo-- a la misma condición humana. Una auténtica perspectiva ecológica no sólo deberá seguir tomando muy en cuenta los daños al planeta sino también, al mismo tiempo, el costo que todo ello ha tenido para nosotros, los seres humanos, en cuanto especie. Y en cuanto personas también, claro. ¿La poesía, que no es sino el lenguaje vivo, la lengua viva en su más alta expresión, podría ya no considerarse, sino resultar ajena a eso?

* Poeta, traductor, ensayista.

25.7.19

PESSOA EN CHILE


PESSOA EN CHILE





La Editorial Universidad de Valparaíso acaba de lanzar “YO es otros”, antología esencial de Fernando Pessoa, con selección, traducción, prólogo y notas de Rodolfo Alonso.
Esta edición es exclusiva para Chile. El mismo título ya había sido publicado en Argentina un año atrás, en julio de 2018, por la editorial universitaria Eduvim.

Como ocurrió entre nosotros, el cuidado volumen tiene 320 páginas y, en el caso chileno,  fue ilustrado por el artista local Roberto Acosta. En ambas ediciones, incluye una nueva y amplia antología poética bilingüe de Fernando Pessoa él mismo y sus heterónimos  Álvaro de Campos, Ricardo Reis y Alberto Caeiro, así como valiosos y significativos documentos, una selección de su prosa y correspondencia escogida.
Como se recordará, Rodolfo Alonso fue el primer traductor de Pessoa en América Latina, a la vez primera en castellano con sus heterónimos.



15.7.19

UN ESCRITOR DE RAZA

Publicado en el diario web JUJUY AL MOMENTO



UN ESCRITOR DE RAZA

Juan Carlos Onetti







Es apenas un detalle que el 1º de julio se hayan cumplido veinticinco años de su muerte. O que con esa misma vida, desarreglada y bohemia si las hubo, llegara a alcanzar los noventa. Lo esencial va más allá. O, mejor dicho, más acá.

Porque a veces basta una línea, unas pocas palabras: “Miraba sin entusiasmo al hombre ancho y oscuro como si lo estuviera soñando así, construido con sustancia de tedio y absurdo.” Y es que cuando nos encontramos ante un escritor de raza, no es difícil descubrir un temple, un temblor, percibir en las palabras un sonido de fondo, un rumor más que expresivo, un retumbo de latir percibido por dentro: desde el cuerpo, en el cuerpo. Mucho más que habilidad o don, mucho más que los supuestos límites de un género: una experiencia encarnada de vida y de lenguaje.

Después de Faulkner y de Arlt, y casi al mismo tiempo que Borges, ¿acaso antes que Borges?, el singular uruguayo Juan Carlos Onetti (1904-1994), con un pie en su Montevideo natal y otro en la Buenos Aires que nunca dejó de acunarlo, tal vez sin proponérselo, como emergencia natural, revela un dominio que se intuye propio, a la vez irremediable y leve, incierto y troquelado. Así como existe un envidiable mundo del Caribe, y otro cálidamente brasileño, en realidad varios mundos brasileños, siento que en la cultura latinoamericana hay una cuenca rioplatense, que a los porteños o entrerrianos nos hermana con el Uruguay, y que emite un clima, un matiz propio, al mismo tiempo preciso e impreciso, brumoso y nítido. Una huella, señales.

Pero que en un escritor se da en lenguaje. Quizás a algo así aludía certeramente el también uruguayo crítico Ángel Rama cuando afirmó que, al leer a Onetti, se presentía un no muy lejano respirar de cuerpo dormido. Hay un aliento allí, un gran aliento, pero también una presencia orgánica, cálida y de fondo, barrosa –como el barro de los orígenes, oscuro y nutritivo-- y oscuramente viva, inquieta y contagiosa. Si alguna vez me pregunté públicamente por qué no había un Juan L. Ortiz del Río de la Plata, ahora puedo intentar contestarme que tal vez no era posible para nosotros. Y que es en algunos narradores de raza donde esa poesía (por supuesto mucho más que un género) ha logrado asomarse. Y consumarse.

Sin resquicios para olvidar de qué estamos hablando: “un mundo hecho, administrado por hombrecitos imbéciles”, “un mundo normal y astuto”, leyendo a Onetti, comulgando en Onetti no es difícil percibir, como en los grandes, en la materia de su texto –que en tanto música del sentido es totalmente lírico-- la plena irrupción de la palabra poética, precisa e irradiante: “entro en el temblor del cuerpo, amo la crueldad y la alegría“. Como bien dijo Paul Valéry, la prosa agota su valor de cambio. Y la poesía es aquello que, precisamente, no puede terminar de decirse, de traducirse. Pero que se roza cuando uno es escrito: “Arrastró los pies en la frescura de las baldosas yendo hacia la sombra de la casa, hacia la fluctuante gruta de concordia, destierro y autonomía que excavaba en la sombra el ronquido acuoso, desligado, de la mujer dormida...” ¿De qué otra manera es posible, honestamente, aludir a la palabra, inmediata y tensa, huidiza e invasora, cargada y neta, de Juan Carlos Onetti? Y él mismo nos respondería, sabio indolente: “tengo que darles capacidad de olvido, entrañas y rostros inconfundibles”.

(Al recibir en su momento otra bienvenida reedición de Juntacadáveres que, como se lo merece, mantiene su obra indeleble en circulación, no pude evitar ir a mi biblioteca y palpar otra vez aquella primera, modesta, entrañable edición montevideana, que con tamaña dignidad encaró uno de tantos exiliados republicanos españoles en estas playas, Benito Milla. El peso latente de ese pequeño volumen, favorecido con benevolencia por la muy uruguaya Comisión del Papel, siempre me lo hará sentir, como en aquella primera ocasión, incluso físicamente cerca.)





Rodolfo Alonso

Poeta, traductor, ensayista argentino

13.6.19

Un visionario en los infiernos



LA GACETA LITERARIA


Un visionario en los infiernos

El 8 de junio de 1945, a los pocos días de haber sido liberado de su calvario infernal por los campos de concentración nazis de Auschwitz, Buchenwald y Flöha, uno de los más singulares y míticos poetas del surrealismo, Robert Desnos, enfermo de tifus, moría en el abarrotado hospital ruso improvisado en otro siniestro eslabón de esa misma cadena, Terezin. No sin admirada sorpresa, en su cadáver se descubrió un último poema de amor seguramente destinado a Youki, la mujer de su vida, de modo extraño similar a otro escrito mucho antes (“Tanto he soñado contigo”). Otro blasón del surrealismo, “el amor loco, el amor único”, se había hecho en él carne palpitante.
09 Jun 2019 31

Por Rodolfo Alonso

 PARA LA GACETA - BUENOS AIRES

Nacido con el siglo, el 4 de julio de 1900, y nada menos que en el barrio des Halles de París, desde muy joven la suerte de Robert Desnos se liga con la del grupo de quienes iban a revolucionar la poesía del siglo XX: Benjamin Péret, André Breton, Louis Aragon, Tristan Tzara, Paul Éluard, Philippe Soupault, René Crevel, Antonin Artaud, Jacques Prévert, René Char. Con ellos, le tocó vivir la etapa heroica e “inocente” del surrealismo, aquella que en la década de los veinte del siglo pasado creía hacer realidad a la vez todos los sueños y todos los deseos. Y en la cual participó no sólo con algunos de los libros más significativos de ese período fulgurante (en 1924: Deuil pour deuil; en 1927: La Liberté ou l´Amour!; en 1930: Corps et biens), sino también hasta exponiendo su cuerpo y su psiquis en inolvidables sesiones de ensoñación hipnótica, que lo conducían a un auténtico trance. Por eso, sin duda, pudo decir con justicia André Breton: “Nadie como él ha cargado con la cabeza baja en todas las vías de lo maravilloso”.

Pero también le tocó a él percibir –y manifestar--, llegado el momento, que el surrealismo había caído ya en el “dominio público” (título que se daría póstumamente, en 1953, a un volumen con la mayor parte de su obra poética: Domaine public), y que estaba en consecuencia “a disposición de los heresiarcas, de los cismáticos y de los ateos”. Después de romper con el exigente casi puritanismo a la inversa de André Breton, aquel ortodoxo de la heterodoxia a quien no pocos de sus adeptos terminaron tildando como Papa del surrealismo, Robert Desnos volcó en el periodismo, la radio, la canción, el cine y, aunque fugazmente, hasta en la publicidad, su genio y su ingenio.

Heroico participante en la Resistencia francesa contra la ocupación nazi, fue arrestado por la Gestapo una mañana de febrero de 1944. Internado primero en Buchenwald, conoció luego la siniestra serie de los campos de concentración del hitlerismo. Que lo ofrecería a la muerte.

Exponente de las mejores virtudes, no sólo estéticas por supuesto, que emergieron con la rebelión surrealista, la poesía de Robert Desnos nos inquietó con las experiencias inefables de Rrose Sélavy (un personaje imaginario creado por telepatía con el pintor Marcel Duchamp), se anticipó con mucho a las inquietudes de la lingüística sin dejar nunca de ser poeta en L´Aumonyme o Langage cuit, y nos deslumbra en textos como los de A la mystérieuse y Les ténèbres con un lirismo límpido y poderoso, entrañable y fraterno, siempre enamorado de las fuentes más hondas y fecundas de la vida.

© LA GACETA

Rodolfo Alonso - Poeta, traductor y ensayista. Su último libro es Ser sed, poesía reunida 1993-2018.

EL ÚLTIMO POEMA*
Por Robert Desnos

Tanto he soñado contigo,
Tanto he caminado, hablado tanto,
Tanto he amado tu sombra,
Que no me queda ya nada de ti,
Me queda ser la sombra entre las sombras
Ser cien veces más sombra que la sombra
Ser la sombra que retorna y retornará
En tu vida asoleada.

*Traducción de Rodolfo Alonso.

Un visionario en los infiernos

El 8 de junio de 1945, a los pocos días de haber sido liberado de su calvario infernal por los campos de concentración nazis de Auschwitz, Buchenwald y Flöha, uno de los más singulares y míticos poetas del surrealismo, Robert Desnos, enfermo de tifus, moría en el abarrotado hospital ruso improvisado en otro siniestro eslabón de esa misma cadena, Terezin. No sin admirada sorpresa, en su cadáver se descubrió un último poema de amor seguramente destinado a Youki, la mujer de su vida, de modo extraño similar a otro escrito mucho antes (“Tanto he soñado contigo”). Otro blasón del surrealismo, “el amor loco, el amor único”, se había hecho en él carne palpitante.

09 Jun 2019 3
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Por Rodolfo Alonso
 PARA LA GACETA - BUENOS AIRES
Nacido con el siglo, el 4 de julio de 1900, y nada menos que en el barrio des Halles de París, desde muy joven la suerte de Robert Desnos se liga con la del grupo de quienes iban a revolucionar la poesía del siglo XX: Benjamin Péret, André Breton, Louis Aragon, Tristan Tzara, Paul Éluard, Philippe Soupault, René Crevel, Antonin Artaud, Jacques Prévert, René Char. Con ellos, le tocó vivir la etapa heroica e “inocente” del surrealismo, aquella que en la década de los veinte del siglo pasado creía hacer realidad a la vez todos los sueños y todos los deseos. Y en la cual participó no sólo con algunos de los libros más significativos de ese período fulgurante (en 1924: Deuil pour deuil; en 1927: La Liberté ou l´Amour!; en 1930: Corps et biens), sino también hasta exponiendo su cuerpo y su psiquis en inolvidables sesiones de ensoñación hipnótica, que lo conducían a un auténtico trance. Por eso, sin duda, pudo decir con justicia André Breton: “Nadie como él ha cargado con la cabeza baja en todas las vías de lo maravilloso”.
Pero también le tocó a él percibir –y manifestar--, llegado el momento, que el surrealismo había caído ya en el “dominio público” (título que se daría póstumamente, en 1953, a un volumen con la mayor parte de su obra poética: Domaine public), y que estaba en consecuencia “a disposición de los heresiarcas, de los cismáticos y de los ateos”. Después de romper con el exigente casi puritanismo a la inversa de André Breton, aquel ortodoxo de la heterodoxia a quien no pocos de sus adeptos terminaron tildando como Papa del surrealismo, Robert Desnos volcó en el periodismo, la radio, la canción, el cine y, aunque fugazmente, hasta en la publicidad, su genio y su ingenio.
Heroico participante en la Resistencia francesa contra la ocupación nazi, fue arrestado por la Gestapo una mañana de febrero de 1944. Internado primero en Buchenwald, conoció luego la siniestra serie de los campos de concentración del hitlerismo. Que lo ofrecería a la muerte.
Exponente de las mejores virtudes, no sólo estéticas por supuesto, que emergieron con la rebelión surrealista, la poesía de Robert Desnos nos inquietó con las experiencias inefables de Rrose Sélavy (un personaje imaginario creado por telepatía con el pintor Marcel Duchamp), se anticipó con mucho a las inquietudes de la lingüística sin dejar nunca de ser poeta en L´Aumonyme o Langage cuit, y nos deslumbra en textos como los de A la mystérieuse y Les ténèbres con un lirismo límpido y poderoso, entrañable y fraterno, siempre enamorado de las fuentes más hondas y fecundas de la vida.
© LA GACETA
Rodolfo Alonso - Poeta, traductor y ensayista. Su último libro es Ser sed, poesía reunida 1993-2018.
> EL ÚLTIMO POEMA*
Por Robert Desnos


Tanto he soñado contigo,
Tanto he caminado, hablado tanto,
Tanto he amado tu sombra,
Que no me queda ya nada de ti,
Me queda ser la sombra entre las sombras
Ser cien veces más sombra que la sombra
Ser la sombra que retorna y retornará
En tu vida asoleada.

*Traducción de Rodolfo Alonso.

29.5.19




RADAR LIBROS
26 de mayo de 2019
Sed poeta
Autor de más de treinta libros, traductor del italiano, francés y portugués y editor de más de doscientos títulos desde los años 60, Rodolfo Alonso ha sido altamente coherente con la consigna de mantener la poesía viva en el lenguaje. La editorial universitaria de Villa María, Eduvim, acaba de publicar Ser sed, un volumen que incluye sus últimos cuatro libros: El arte de callar, Poemas pendientes, A flor de labios y el inédito hasta ahora Poemas al gusto del día. En esta entrevista, Alonso presenta este volumen y repasa su relación con los oficios de poeta, traductor y editor en un ya largo y fecundo trayecto.

Rodolfo Alonso es una voz fundamental de la poesía argentina y latinoamericana. Autor de más de treinta libros, traductor desde hace décadas de decenas de autores del italiano, francés y portugués, y ex editor (publicó nada menos que unos 250 libros, con un sello propio), se integró, desde muy joven, al grupo que hizo Poesía Buenos Aires, la revista vanguardista que, capitaneada por Raúl Gustavo Aguirre, desde la década de 1950 modernizó y revolucionó la escritura y la lectura establecidas por medio de sus poemas, ensayos y traducciones.

Rodolfo Alonso es una voz fundamental de la poesía argentina y latinoamericana. Autor de más de treinta libros, traductor desde hace décadas de decenas de autores del italiano, francés y portugués, y ex editor (publicó nada menos que unos 250 libros, con un sello propio), se integró, desde muy joven, al grupo que hizo Poesía Buenos Aires, la revista vanguardista que, capitaneada por Raúl Gustavo Aguirre, desde la década de 1950 modernizó y revolucionó la escritura y la lectura establecidas por medio de sus poemas, ensayos y traducciones.


Recientemente, la Editorial Universitaria de Villa María (Córdoba), Eduvim, ha publicado Ser sed, un importante volumen prologado por el escritor y crítico Jorge Monteleone (“Rodolfo Alonso: vivir es rotundo”), que agrupa los últimos cuatro libros de Alonso: El arte de callar, con prefacio de Juan José Saer, de 2003; Poemas pendientes, con prólogo de Lêdo Ivo, de 2010; A flor de labios, de 2015 –los tres aparecidos originalmente por Alción–; y el hasta ahora inédito Poemas al gusto del día, que reúne poesía escrita entre 2013 y 2018.

En forma extensa, exquisita y erudita, Alonso relata las distintas experiencias y caminos editoriales por los cuales se fueron reuniendo sus libros, sus saberes como traductor y editor, y siempre la poesía: la sed por ella. La poesía, en esas múltiples expresiones, como médula de la vida.

Este volumen llega hasta el año pasado, como si se viniera publicando tu “obra completa”. ¿Es así?, ¿cómo ves o apreciás esto?

  –Por un lado, nunca me sentí cómodo con el concepto “obra completa” ni, tampoco, con el desmesurado objeto en que suele convertirse, incómodo de manejar. Y, además, jamás pensé que eso podía ocurrirme a mí, que ni soñando alguna editorial iba a meterse en eso. En cambio, como iluminaciones repentinas, sí me ocurrió más tarde sentir que algunos de mis libros tenían puntos en común, se rozaban por uno u otro motivo. Por suerte, la cosa terminó tomando espontáneamente ese camino. Primero fue la bellísima y exigente editorial de los Pellegrini, para la cual Mario me sorprendió pidiendo un libro. Con tantas cosas en común, sentí que bien podrían reunirse allí mis poemas de adolescencia, surgidos cuando la vanguardia eran Poesía Buenos Aires y los surrealistas. Y así apareció en Argonauta el primer tomo de mi poesía reunida: A favor del viento (1952-1956). Cierto tiempo después, invitado a la mexicanísima Xalapa para presentar un libro mío y, de paso, la poesía completa de mi querido Juan Gelman, en el marco de una feria del libro universitario coincido con el eficacísimo y generoso Carlos Gazzera, un puntal de Eduvim, la ejemplar y fecunda editorial universitaria cordobesa. Una noche, de improviso, me susurra si no me gustaría dirigir para ellos “una colección de po...”. No lo dejé terminar, le dije “se va a llamar La Gran Poesía, vamos a publicar grandes poetas fundamentales, en traducciones rigurosas y bilingües...”. Y así fue, menos de un año después aparecían Baudelaire y Dino Campana, y luego Apollinaire, Emily Dickinson, Miguel Hernández, los maestros medievales Guinizelli, Cavalcanti y Angiolieri. Fue tan abierta y productiva la relación que algunos años después Carlos me propone publicar algo mío. Recordé cuatro libros que sentía relacionados por ciertos atisbos madurez, y así volvió a aparecer otro tomo de mi poesía reunida, ahora por Eduvim: Lengua viva (1968-1993). No se desanimaron y surgió un tercer tomo que, con seis libros, cubre el espacio entre los dos primeros: El uso de la palabra (1956-1983). Siguieron confiando y, así, con toda naturalidad, Eduvim publicó ahora Ser sed.

¿Hiciste revisiones, correcciones, supresiones?

  –Los libros no fueron retocados, y tampoco la inmensa mayoría de los poemas. No se eliminó ningún poema, y sólo muy pocos fueron retocados, diría en ínfimo número. Eso también, sentí, les añadía un sentido. Sinceridad, autenticidad, desnudez, hasta flagrancia diría, siempre a cara descubierta. Fueron lo que son, y son lo que fui, y acaso sigo siendo. Y siempre como si me escribiera otro, como por fuera de mi voluntad, como si yo fuese más bien el instrumento que el ejecutante. Ya lo dije otras veces, y no sé si podría decirlo más claro: “La poesía me ocurre”, no hay proyecto, no hay plan previo, no hay propósito. Eso se desencadena en mí, o a través de mí, y no siempre con el mismo desencadenante. E intuyo que el lenguaje tiene muchísimo que ver en todo eso. El lenguaje que nos atraviesa, que nos envuelve, que nos azuza, que nos acuna. También me ocurrió ya decirlo otras veces. “No usamos el lenguaje, somos lenguaje”.

Junto a la poesía, seguís traduciendo. Apareció YO es otros, una “antología esencial” de Pessoa. ¿Por qué “esencial”? ¿Cuáles son los criterios que manejaste para armar ese volumen?

–YO es otros, antología esencial de Fernando Pessoa, es el séptimo título de aquella colección La Gran Poesía que te mencionaba. Después de una amplia Introducción general, seguida de la ponencia que presenté en Lisboa al Congreso Internacional Fernando Pessoa, se divide en cuatro grandes secciones: Documentos, con textos clave como su propia Noticia biográfica o su famosa Carta sobre el Origen de los Heterónimos. Poesía, totalmente bilingüe, con mis nuevas versiones de poemas antes no publicadas de Fernando Pessoa él mismo, o sus principales heterónimos. Prosa, con fragmentos de relatos y narraciones como “El banquero anarquista” y sus poco conocidos Aforismos. Correspondencia, con cartas personales que van desde su contacto directo con grandes poetas como Yeats o Teixeira de Pascoaes hasta su única relación amorosa, breve y platónica, con la muy joven Ofélia Queiroz. El conjunto, desde diversas perspectivas, permite una visión animada y fecunda sobre el siempre múltiple Pessoa, el poeta más secreto y, quizá por eso, universalmente seductor.

¿Cuál es tu valoración más general de la poesía de Pessoa?

  –Siendo muy joven, invitado por Aldo Pellegrini, me tocó descubrirlo y traducirlo cuando era absolutamente desconocido, hasta en el mismo Portugal. Y después de tanto tiempo me tocó volver a encontrarme con él, a solicitud de la Editorial de la Universidad de Valparaíso, de donde surgió YO es otros. Los jóvenes editores chilenos están tan entusiasmados con él que no logran poner punto final a su edición, para la cual volvieron a pedirme ampliaciones a originales que ya creía definitivos, y a la cual continúan dedicando una devoción y un respeto ejemplares, que los lleva a enriquecerla permanentemente. Esa nueva inmersión en el caso Pessoa, me indujo no a intentar algunas respuestas más o menos definitivas sino a plantearme, más claramente y más a fondo, preguntas, preguntas que me resultan expresivas. Pessoa no vio publicado en portugués más que un solo libro de poesía: Mensaje. Y también siempre evidenció su atención por una narración breve: “El banquero anarquista”, que también llegó a ver publicado pero en una revista. Además hubo sólo una cantidad de poemas o escritos en prosa, aparecidos en publicaciones periódicas y a los que él no llegó a dar forma de libros. Todo el resto no es sino una inmensa cantidad de hojas y fragmentos manuscritos o dactilografiados, en su gran mayoría sueltos y no siempre con título o fecha, lo que hace incierto imaginar su destino o relación. 

Claro que está el Pessoa que empezó a convocar cada vez más y más lectores.

  –Y que llegarían a ser de todo el mundo, tanto que comenzó a gestarse alrededor del Legado toda una corte de especialistas e investigadores que, muchas veces sobre el mismo supuesto libro, compilaron y armaron aquellos fragmentos, aquellas hojas sueltas, para llegar a su edición. Ahora, esas mismas hojas y fragmentos sueltos de Pessoa están apareciendo en internet. Y yo me pregunto... ¿Cada lector de Pessoa no debería tener presente eso cuando se enfrenta con un libro suyo que no sea alguno de los dos publicados por él, o al menos constituido por material que él publicó en diarios y revistas? Es más, ¿cada lector de Pessoa no tendría ahora la posibilidad de armar su propio libro con aquellos fragmentos suyos? Y dejamos aquí de lado otro problema. El idioma portugués ha sufrido, ya en vida de Pessoa, varios cambios ortográficos, que él nunca aceptó. Y los libros de Pessoa que nos dan las editoriales modernas no mantienen su grafía original sino que utilizan, por supuesto, aquella del momento en que el libro se fabrica y se venderá. Y yo no me animo del todo a preguntarme públicamente: el secreto, multifacético, cambiante e inmenso Pessoa ¿no será, con esa ambigüedad y polisemia infinitas, el meollo mismo de la literatura, de la poesía, del lenguaje humano? Pero intuyo que él mismo me respondería, acaso, como lo dejó dicho en inglés: “Try to charm by what is in your silence”. Es decir, “Trata de encantar con lo que hay en tu silencio”.

  –Todavía. Ya no me sorprendo, porque ha ido sucediendo, aquí y allá. Es como ocurre precisamente ahora, tu pregunta me hizo dudar y fui a fijarme. Y tenés razón: los dos primeros títulos, Sade y Masoch, aparecen en agosto de 1968. Demasiado cerca como para haber sido fruto directo del Mayo francés (que no fue solo francés), pero sí seguramente, en ese aire, en ese clima de época. Yo era algo así como un disidente de izquierda, porque siempre me interesó el socialismo pluralista, de base, el viejo sueño de justicia y libertad, de justicia social y libertades públicas. Y de hecho la editorial tuvo mucho de eso, es decir era casi como yo mismo. De hecho, fue una editora artesanal, de autor, nunca fue una empresa digamos comercial, sino independiente, autónoma. En los mejores momentos tenía cuando mucho un cadete y una secretaria. Desde un comienzo el asesor fui yo, porque no tenía ninguna experiencia, fui aprendiendo cómo se hace un libro visitando imprentas, linotipias, papeleras, distribuidoras. Cómo llegue a publicar unos 250 títulos diferentes, y que tuvieron incluso reediciones, no sabría decirlo. Yo sólo seguí mi instinto, mi intuición. Y fui fiel a mi manera de ser.

¿Qué relaciones creés que hay entre cada uno de estos tres roles que tuviste y tenés de poeta-autor, traductor y editor)?

 –Cuando intentan definirme en pocas palabras, se suele decir: poeta, traductor, ensayista, ex editor. Sólo podría agregar que nunca me lo propuse, que eso surgió y surge espontáneamente, y en mi caso bien temprano. Que yo me dejo llevar: nada de todo eso fue precedido por un plan, proyecto y, mucho menos, estrategia, o ambición. Simplemente, y una vez más, confieso: la poesía me ocurre, el lenguaje me ocupa, en el doble sentido de colmarme y darme trabajo. Y yo me dejo llevar, repito. Quizá, sin darme cuenta, y desde un comienzo, que fue bien temprano, sin saberlo estaba coincidiendo con lo que luego supe iba a enunciar, tan lúcidamente, mi querido y admirado Dante Milano, acaso el más secreto, el más discreto de los grandes poetas brasileños: “La misión del poeta no es la de inventar una nueva poesía, sino la de no dejar que la poesía muera”. Así sea. 


RADAR LIBROS
26 de mayo de 2019
Poemas de Rodolfo Alonso de Ser sed
HAY ALGO RARO EN EL DIARIO
¿Qué haces aquí, Poema?
¿Te escondes, o te esconden?

¿El poema es un astro
condenado a un rincón,

un artista del hambre
en tiempos de miseria?

Apretado entre prosas,
anuncios, obituarios,

saldos, liquidaciones, 
análisis de costos,

cuadros de situación,
vaticinios y encuestas,

¿el poema aún respira,
muestra signos de vida? 

El Poema es un astro
que acaso se extinguió,

cuya luz fue extraviada
hace tiempo, bien lejos.

Y estas son sus pavesas
confinadas a un diario.

“Puedo ser el poema
pero no la Poesía.”

(De El arte de callar)

A LA SOMBRA DE MALTHUS
Sabios anuncian,
con discreta emoción
y sopesando datos,
de manera siniestra,
irreprochables,
que en el Tercer Milenio
más hombres tendrán sed.

(De hacerlo, no serán,
como se ve,
lo suficientemente
originales:
todos los siglos
consiguieron tener
sed de justicia,
libertad y belleza.)

Ahora, por fin, parece
–miserable milagro,
cruel consumación,
irrisorio destino
final–, que los humanos
tendrán por suerte
matar muriendo
(cazando lluvias,
en oasis blindados,
cercando ríos,
encerrando al mar)
por una simple, serena, 
saludable y letal
sed clarísima de agua.

(De El arte de callar)

JUAN OCTAVIO PRENZ
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Kicillof-Magario, la fórmula para la gobernación bonaerense | Martín Insaurralde los felicitó y propuso trabajar juntos "por el futuro" de la Provincia
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Respaldo a Kicillof-Magario | Grabois-Solanas
Como Tzara ya dijo
Cuando éramos tan jóvenes
Como él lo había sido
La poesía será una
Manera de vivir
La poesía se ejerce
Brindarse a manos llenas
No acaba en el poema
Y a veces ni lo implica

Pero ser uno y darse
Ser uno y no cerrarse
Tener la gentileza
Serena de donarse
Sin haberlo previsto
Sin prevención ni estímulo
Es poesía en acto
Es poema en acción
La poesía es una
Manera de vivir

(De A flor de labios)                                                                                                                                          

MEMENTO VIVERE
“Sobre esto dejemos crecer la hierba.”
Lichtenberg

Carne una vez tocada,
carne sida, que fuimos,
sólida como el viento,
firme como la luz.
Carne asida, perdida,
carne que eres memoria,
aliento, duración
imprecisa, pendiente,
sostenida en tu llama,
frágil como el azar.
Carne que causa ira,
que devasta, que incendia,
carne que deja ver,
carne insumisa, eterna,
perdurable, volátil,
cierta, veloz, lejana.
Carne que crece en otros
hecha carne o recuerdo,
destino o circunstancia,
eso llamado amor,
eso llamado fue.
Carne, milagro en sí,
insaciable milagro
que eres tu luz, la vida,
que eres tu sol, la sombra.
Carne, fugaz, pasando
irrevocablemente,
convertida en historia
cotidiana, cruel.
Carne rozada, intacta,
que el futuro hará olvido
y que el presente erige
sobrevida inmortal.
Si fuiste, eres, y eres
lo que serías, fuiste
y serás, siendo somos
lo sido, lo que hicieron
de nosotros al ser:
somos lo que será
y lo que ahora somos.
Ese ahora que fue.

(De A flor de labios)

LATE EL LITIO
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La ficha
Late el litio latente
Liviana levadura
Lúgubre ligadura
Aluvión de lingotes
Levantarán el vuelo
Alud que asola el suelo
Los lastimosamente
Lazos de la licencia
De las licencias duelo
Los lamentablemente
Lo levantan del suelo
Sudor de la salina
Ligan los relamidos
Lo que levanta el ala
La leva de alelados
Lejos lejos logramos
Eludir lo legado
Lástima por el litio

Lo habíamos olvidado
Pero no los ladrones

(De Poemas al gusto del día)

EL PONCHO DE LOS POBRES
Bajo este vendaval de impiedad y de infamia
Que anega el corazón y ciega hasta dolernos
Sobre el cuerpo aterido de tanto despojado
En situación de calle en situación de abismo
De tanto despreciado de tanto depredado
De tanto despedido por la crueldad impune
Del poder de poderes del poder de la fuerza
Del oro que nos hiela bajo todas sus formas
Todavía tenemos al sol dando una mano
El sol poncho de pobres en la miseria injusta
Inmerecida sobre un país desolado
Asolado por deudas de eficacia siniestra
Todavía nos queda el roce tibio hermano
De su abrazo en los hombros buscando devolvernos
El calor que nos forje buscando despertarnos

(De Poemas al gusto del día)

RADAR LIBROS
26 de mayo de 2019
Sobre el arte de callar
Por Juan José Saer
Desde Salud o nada que apareció en 1954, la vida y la obra de Rodolfo Alonso vienen dedicándose con exclusiva pasió al trabajo poético en su triple vertiente de creación,de traducción y de reflexión sobre el arte singular de la poesía, buceando, como está escrito en su homenaje a Aldo Pellegrini en la opacidad de las palabras/ a la búsqueda del momento justo.

En este nuevo libro, la limpidez lírica de Alonso, internándose en la espesura riesgosa de formas y de temas nuevos, instala una compleja atmósfera poética, hecha de confesiones, de argumentos,de juegos verbales, pero también de devociones y de requisitorias, de diatribas y de homenajes.
Una obstinada lucha por el verbo y por la verdad poética sintetizada por uno de sus más apropiados dísticos: Batallas perdidas ya hace tiempo/ se siguen combatiendo en mi cabeza.